sábado, 16 de noviembre de 2013

Kyokutou no Koibito (HizakixKaya)

Este escrito lo realicé por el cumpleaños de mi amiga Charlotte, disfruten.







Sentado en aquel café te espero. Recuerdos bombardean mi mente provocando que me pierda en estos, y todo relacionado contigo, la única persona que con solo una mirada hace que mi corazón se acelere y sienta que me quedo sin aire. 

"El día en que nos conocimos no pude evitar pensar que estaba en frente de una princesa sacada de los cuentos que alguna vez mi madre me contó cuando era pequeño, pero tú eras mucho mejor, tu carisma y tu personalidad te hacían diferente a esas princesas. Tan despampanante y abierto sin importar que los demás digan, demostrando siempre cariño y diciendo cosas que algunos desaprobaban, pero ahí estabas siempre firme y no dando importancia a esas cosas.


Te admire por eso, y quise conocer más allá, tú mundo era tan diferente al mío que me esmeraba para ganarme un espacio en el. Dejaba de vez en cuando mis idas a las montañas por ir a tu casa tomar una copa de vino o ir a ver una película, lo que era deporte no venía contigo. Yo sonreía cada vez que hacías pucheros y te quejabas cuando te invitaba a mis excursiones o ir a lugares de los que frecuentaba, era gracioso verte así, desde el primer instante ya me hacías feliz.


Y sin querer; con el correr del tiempo los sentimientos fueron cambiando, de querer una simple amistad quería algo más y eso me asustaba. No por el hecho de que ambos fuéramos del mismo sexo, si no que; yo no deseaba sentir el dolor del rechazo. Siempre me pasaba que me enamorada de personas que no me correspondía por eso no tenía pareja alguna. Hasta los mismo fans se preocupaban porque siempre he querido encontrar el amor y que esa persona me ame con la misma intensidad que yo lo haría, y contigo, aunque no estabas con nadie, podía ver que en cualquier momento ibas a estar con Kamijo. Ya que siempre que los veía tú ibas abrazado de su brazo haciéndoles ver hermosos. Príncipe y princesa juntos, aunque mejor te quedaba el papel de reina, era mejor que ambos terminaran siendo pareja. Por eso, sin razonar del todo, me fui alejando.No supe si desde el principio fui demasiado obvio pero recuerdo que al pasar varias semanas Kamijo me reclamó que porque me estaba comportando de ese modo, no pude decir nada, sólo baje la mirada y me alejé.


— Eres un idiota Hizaki.


Fue lo último que escuche antes de marcharme y dar así por terminado el ensayo de ese día. Tal vez si lo era, pero me estaba haciendo un favor, por fin estaba velando por mi mismo o eso creí en aquel tiempo. Nunca pensé que sentiría la gran necesidad de verte y sentir como tus brazos rodeaban mi cuerpo en aquellos abrazos tan espontáneos que dabas mientras decías mi nombre de forma encantadora, te necesito.


Y no resistí, supe que tenías un concierto y fui. La espera se me hizo eterna pero cuando las luces se apagaron y la música comenzó la tranquilidad me embargo pero no duro mucho, ahí apareció él. Se veía radiante, hermoso; unas cuantas palabras dichas al publico y el espectáculo dio por iniciado.


Los movimientos, tú voz, todo era impecable. El escenario era completamente tuyo ¿Yo tendría la misma confianza cuando estaba en uno? ¿Me veía igual de bien que tú? No, te veía y podía decir que yo era alguien insignificante al cual ya no le importaba sólo estar como tu amigo eternamente con tal de estar a tu lado.


Así que antes de que terminara la última canción me dirigí a los camerinos, nadie me detuvo al ver quien era, y te espere. Sólo unos minutos pasaron para que nuestras miradas chocaran, podía ver la sorpresa plasmada en ti pero aparte de eso, había un brillo especial en tus ojos, que los acompaño una sonrisa. Estabas feliz y yo sólo baje la mía para terminar estando a tu lado y abrazarte con fuerza, quise disculparme pero no me dejaste, tu voz me llego suave aliviando mi dolor.

— No lo vuelvas hacer más, quiero que las personas que me gustan estén a mi lado y más tú. Sé que tal vez no lo parezca y todos crean que quiero una relación en donde el Príncipe y la princesa estén juntos, pero lo que no se dan cuenta es que soy alguien diferente. Yo quiero que una princesa me ame —y no dijo más ¿Acaso estaba diciendo que...? No hubo más palabras, sus labios fueron la respuesta que necesite para que todo dolor se fuera y la felicidad tomara su lugar.

De ahí, puedo decir que mi mundo fue mucho mejor. Un recorrido tomado de tu mano sin intenciones de que uno quiera soltarse. El comienzo de una historia nueva con altos y bajos, como en cualquier relación puede haber pero siempre cada uno poniendo de su parte para que todo se soluciones."

Y ahora me encuentro aquí esperando tu regreso de aquel tour nacional, anhelando la hora en que llegues, pero sin percatarme sentí unas manos cubrir mis ojos. Las toque y pude saber que esa suavidad sólo pertenecía a ti, así que de un suave movimientos la tome y acerque a mis labios para besarlas.

— Por fin ha llegado mi reina -hable con tono amoroso, el cual sólo puedo dedicarle a él.

— ¿La princesa espero mucho? —ese era un juego muy seguido que hacíamos, pero era todo por los papeles que tomábamos en el escenario— espero que me perdones, el vuelo se retraso un poco pero llegue antes de que pudieras irte —sonrió y yo también lo hice atrayendolo hacía mí para depositar un beso en sus labios.

— No me habría ido, aquí me hubiera quedado hasta que te aparecieras. Soy tu más fiel seguidor, te amo, puedes hacer tu santa voluntad conmigo.

Y te reíste por mis palabras porque en verdad con todo lo que decía parecía que fuera un sirviente que no podía contradecir a una verdadera reina de aquellos siglos pasados. Le sonreí encantado, mi felicidad era por completa gracias a Kaya. 



"Te vi en mis sueños,
Todos estos sentimientos me hacen ruborizar.
Va más allá de cualquier entendimiento.
Te haré feliz, donde quieras que estés"

sábado, 16 de febrero de 2013

WHITE NIGHT (oneshot KamijoxTeru)

Este fue un regalo ¡Muchas gracias P!
Te quiero demasiado P, de verdad gracias.

-por favor no robar el escrito-
PD: la imagen la edite yo -sale mi firma (? o como se le pueda llamar "Holy Dragon"- puede ser compartida si quieren de eso no tengo problema -aunque lo mío no sea la edición, por eso tan mediocre LOL- en fin ¡Qué tengan buena lectura!





No podía ser, sencillamente, no era posible tal cosa. Se tallo los ojos con fuerza, deseando que sus ojos le estuvieran engañando, que fuera otra treta de su mente, para auto sabotear su estabilidad mental. Pero no. Allí, sentado tan tranquilo, delante de una taza de café, estaba el ser humano que mas detestaba en todo lo ancho del mundo. Y, al mismo tiempo, al que amaba de la misma manera que el primer día que descubrió que era la causa de que su corazón latiera como si llevara la fuerza de mil cohetes al espacio. Del que se había enamorado como un verdadero estúpido. Y que a pesar de todo ello; no se arrepentía de amar.

Sus puños se cerraron con fuerza. Los nudillos se volvieron blancos mientras su cuerpo temblaba por el remolino de sentimientos encontrados. Era el. No tenía la menor duda de ello. El alborotado cabello dorado. Aún con esas enormes gafas de sol, podía reconocerlo. Esas facciones  más que conocidas para el. Esos labios ¡Por los dioses! ¿Cuántas veces los había probado? Aún mejor ¿Ahora importaba eso?


"A pesar de que trato de girarme, mientras contengo las lágrimas,
Mordiéndome los labios,
Mi corazón todavía es para ti.
Sigues reflejándote en mi mirada,
Claro, aún sigo sumergido en ti…"


En aquel rostro de porcelana, se formo una expresión de lo más amarga. Y sus puños se aligeraron. Sus pasos, volvieron a tener el mismo ritmo que antes. No, no podía detenerse. No podía hacerse eso ¡No! Se acomodo el gorro del abrigo, de modo que su rostro quedara medio velado. Incluso, lo desvió mientras cerraba con fuerza los ojos y sus manos, dentro de los bolsillos, volvían a apretarse, dejando a sus uñas clavarse sobre las palmas. Dobló en la esquina… y no pudo soportarlo más. Hecho a correr como si su vida dependiera de ello.

¿Habría podido reconocerlo? ¿Aún era visible para aquel hombre que tantas veces le dijo que lo amaba? Aquel idiota que todavía tenía su corazón en sus manos a pesar de los años transcurridos. Aquel que estaba allí, metros atrás, tan tranquilo, tan aparentemente feliz, tan… ¡No había cambiado gran cosa! A sus ojos, aquel hombre siempre seria el más hermoso que jamás hubiera visto. Si tan solo ¡Cuanto extrañaba ver una sonrisa de aquel sujeto! Antes, una sola, era capaz de subirlo al cielo, hacerlo sentir cálido, hacerlo sentir lleno de felicidad y ahora… ¿A quien sonríes? Malditas preguntas, malditos deseos.

El chico dejo de correr. Apoyo su espalda en la pared de aquel callejón. Miro al cielo ¿Por qué, por qué…? Si es que existía un Dios en todo lo alto ¿Por qué no escuchaba sus plegarias? ¿Por qué lo castigaba de esa manera? ¿Que había hecho mal? ¿Era el pecado de amarlo, tan grande o cual era la causa? Era mejor si no lo hubiera vuelto a ver jamás. Su muerte habría llegado menos dolorosa.Por que sin él, el muchacho se sentía morir de manera agónica cada día, cada semana, cada año. Aquel primer y único amor que se llevo todo, dejándolo como si fuera un simple muñeco de trapo. Un desecho. Avanzo por aquel lúgubre pasaje, hasta llegar a una puerta de metal, oculta detrás de unos botes de basura y algunas cajas llenas de cosas usadas tiradas por la gente de los apartamentos vecinos. Cosas que le recordaban a si mismo. Se llevo una mano al rostro, luchando por no soltarse a llorar allí mismo.

Aquel piso, lo rentaba a bajo costo. Y tenia su por que. Era perfecto para alguien como él… Un hombre solitario, que deseaba la muerte y que al mismo tiempo, no tenia el suficiente arrojo como para terminar con su vida, por su propia mano. Un hombre que vivía en medio de la oscuridad. No había orden ni limpieza en ese sitio. Solo era el refugio de un niño perdido. De un animalito herido y abandonado. De alguien cuyo corazón desagarrado agonizaba día con día.

Su cuerpo se dejo caer, las rodillas primero y después las manos, mientras las lágrimas fluían sin cesar de sus ojos siguiendo su curso de manera desenfrenada, hasta que un primerizo par de ellas, que surcaron sus mejillas de porcelana, fueron a parar a ese suelo cubierto de polvo. Quedaron marcadas en aquel lugar. No se detuvo. Siguió llorando como un niño. Su cuerpo se sacudía ligeramente primero, un poco más intenso después. Su respirar se hizo entrecortado. Los sollozos de aquel muchacho, eran verdaderamente sobrecogedores. Llenos de dolor. Perdió la noción del tiempo transcurrido. Eran cosas que simplemente, ya no tenían sentido para él.

Poco a poco, su cuerpo termino por caer sobre el suelo, en posición fetal. ¿Y que si se estropeada aún más las ropas con el polvo? ¿Y que si sus mejillas se ensuciaban, cuando la humedad de estas entrara en contacto con aquella insalubre superficie? Su estado era de lo más patético y no necesitaba ser un genio para saberlo. No le importaba nada. Solo quería cerrar los ojos y dejar que los helados brazos de la muerte se dignaran a cobijarlo de una buena vez. Lastimosamente, incluso si cerraba los ojos, podía ver aquella figura con nitidez. ¿Por qué se hacia su presencia más fuerte, aún en sus sueños? Se encogió un poco mas, entrando en esa especie de rutina que había generado con el paso de los años.

*-*-*-*

Acerco la taza lentamente hasta sus labios. El aroma intenso de la bebida, lleno sus pulmones, le gustaba bastante ese olor fuerte pero reconfortante. Y al menos, esa bebida podía darle un poco de calor. No se había percatado del frío cuando salio de casa. Ya no recordaba lo inclemente y loco que podía llegar a ser el clima. Tanto tiempo fuera de la tierra que lo cobijo cuando pequeño, que lo vio nacer, que lo vio sufrir tantas penas, donde fue, sin embargo, tan feliz. Dejo la taza de nuevo, suspirando.
¿Qué habría sido de Él? No podía pronunciar siquiera su nombre. Se esforzaba por no hacerlo ni en sus pensamientos. Por que las heridas no estaban sanadas. Porque el tiempo no podía borrar ese tipo de cosas. No podía arrancarse esa parte de su pasado, aunque lo deseara. Los recuerdos estaban tan frescos, como el primer día.

Un nudo en su garganta se formo, mientras la mano que descansaba sobre uno de sus muslos, se cerraba con fuerza. Desesperación. Esas ganas de gritar cualquier cosa, correr y jamás detenerse. Perderse para siempre. De sacarse todo aquel ¿veneno?


"Eres un tonto, que sólo conoce un amor,
Aún te atesoro solo a ti en mi corazón todos los días.
Y si intento olvidarte, mi corazón morirá.
Te amo.
Quiero estar contigo..."


El hombre llevo una mano a su rostro, sus dedos temblaban ligeramente. ¿Eso que sentían sus dedos…? ¿Estaba llorando? Siempre que se trataba de aquel recuerdo. Lagrimas caían de sus ojos sin que pudiera hacer nada para evitarlo. Pero es que a pesar de todo deseaba tanto poder abrazarlo una vez más. Tenerlo cerca, sentir ese calor del cuerpo ajeno pegado al suyo. Respirar el mismo aire, compartir un último aliento, rozar esa piel de porcelana, probar esos labios, aunque muriera por ese simple contacto.

-¿Llevas mucho esperando?- Una voz de mujer, le hizo salirse de ese estado ensimismado, y pronto sonrió. ¿Qué culpa tenia ella? Ninguna. ¿Y él? Ella creía ser amada, creía ser correspondida. Por eso buscaba con tanto ahínco, poder darle pronto un hijo, que aumentara de dicha sus vidas. Ella era simplemente inocente; no conocía el pasado de su marido. No conocía esa silenciosa sombra que el otro guardaba en su interior. Solo estaba allí, fiel al hombre que amaba.

*-*-*-*


8 años atrás…
-1-

Había dejado el país, apenas cargando una pequeña maleta con lo más indispensable. No dijo adiós a ninguna persona. Fue un impulso. La necesidad de alejarse de todos y todo. Alejarse de todo lo que conocía, por que solo de esa manera podría intentar olvidarlo. Irse sin mirar atrás podía parecer la cosa más cobarde del mundo, pero fue lo único que se le ocurrió. 

El viento apenas soplaba. Era el inicio de la temporada vacacional de verano; y allí en la estación del aeropuerto, había cientos de personas. Muchas se iban, pero otras, como el, llegaban. Había abrazos. Bienvenidas y despedidas. Y el estaba allí, solo, sin saber donde ir. Sin embargo sus piernas se movieron rumbo a la salida. Cuando cruzara aquella puerta, tendría que dar vuelta a ese capitulo de su vida e iniciar uno nuevo.

Empezar desde cero no fue nada fácil. Pero pronto logro establecerse. Un piso pequeño, pero acogedor, tirando al norte de la ciudad. Durante los primeros meses, trabajo como nunca en su vida. Cualquier cosa que pudiera salirle, la tomaba. Pronto se gano amigos en los vecinos de aquel barrio. Pero sobre todo, de un chico, Julien, que vivía dos cuadras mas abajo. Comenzó entonces a conocerle mejor. El chico tenía intereses musicales y asistía a la escuela de artes. Fue gracias a el que pudo aplicar para entrar entonces a la escuela. Quería especializarse un poco más. Trabajando entonces, ahora de noche, saliendo con los amigos, bebiendo y por las mañanas la escuela.No había tiempo para… Mentira. En cada momento, el destello de su recuerdo, estaba; pero sabía que eso solo era torturarse. Tenia que seguir adelante, por muy pesados que fueran sus pasos. Pasos que quiso aligerar siguiendo el consejo de sus amigos. Si, por que su ahora mejor amigo, tenia una pequeña hermana. Una chica de aspecto menudo, facciones delicadas y un largo cabello castaño. Los ojos de un verde grisáceo y los labios de un suave color rosado. Una joven que los espiaba, temerosa, los primeros días. Una joven, que se sonrojaba con solo mirarlo. Pero sostener esa trémula mano, bajo los árboles de color ocre, que dejaban caer sus hojas como una suave lluvia, no eran lo que necesitaba. Si, le sonreía. Le decía palabras tiernas y rozaba sus mejillas con sus labios. Pero, no sabía si de verdad llegaría a amarla.

Así paso el primer año. Y a este le siguieron un par de meses que vivió con una sonrisa en la cara. Sus clases de actuación, servían para algo.


*-*-*-*

El chico se puso de pie y entro en el cuarto de baño. ¿Cuántos días han pasado desde que su tormento en persona, volviera a estar en su campo de visión aun si solo fueron un par de minutos? Se odiaba tanto. Con furia, golpeo el espejo. Los pedazos cayeron al suelo, emitiendo un sonido parecido a un tintineo. El muchacho cerró con más fuerza su mano. Abrió el grifo y dejo que el agua helada tocara su piel. Se estremeció pero no le dio más importancia. Por el drenaje se iba el agua mezclada con la sangre de su mano herida y las lágrimas que no podía parar.

Aquel tan vivo y el, un muerto en vida. Cerró el grifo. Tomo una toalla, seco su cuerpo con lentitud, se coloco ropa limpia y vendo lo mano herida. Busco una caja grande que deposito sobre lo que en teoría, era una mesa. Jamás se había sentado en ella para tomar algún alimento. Era simplemente donde dejaba que se acumularan por un tiempo todo tipo de cosas.

Revolvió todo en aquel sitio, hasta encontrar todas y cada una de las cosas; fotografías, collares, brazaletes, cartas, libros ¡Todo! Absolutamente todo, lo que aun conservaba que habían sido de ese sujeto o que este, le había regalado a el. La caja se hizo insuficiente, y tuvo que emplear otras dos de tamaño grande. Estaba agotado. Pero sin embargo, tomo una chaqueta, algo ligera para enfrentar lo congelante de la noche. Cargo con aquellas cajas, apenas pudiendo sostenerlas el solo. Y camino, hasta la parada del autobús. Tenia que hacerlo allí. No había otro lugar donde dejar las cenizas de eso que ya estaba más que muerto.

*-*-*-*


"Tengo que olvidarte, tengo que vivir sin ti,
Aún en esta noche oscura, en este día frío,
Ruego por ti… "


Fue difícil poder ir hasta allí solo. Désirée se había empeñado en acompañarlo, ¿Cómo podía irse el solo por la ciudad? Estaba muy cambia de la época en la que el vivió. Los barrios cambian. Edificios nuevos, gente que no conocía ¿Y si le pasaba algo? Ella no se lo perdonaría. Al final, tuvo que mentirle. Ella creyó pronto que el desistió de ir a aquel sitio. Pero, el espero a que ella se quedara dormida para poder salir. ¿Qué hora era? No tenia idea, aun no se acostumbraba de nueva cuenta a los cambios horarios.
Como fuera sus pasos lograron llegar hasta ese lugar. El viento azotaba sin piedad sus mejillas, pero ese familiar olor a salitre, lo hacia sentirse extrañamente aliviado. Sus manos recorrieron la pared de aquella pequeña casita, a unos metros de donde se erigía el faro. La pintura se saltaba de las maderas, pero al fin estaba en casa.

Saco de entre sus ropas, una pequeña llave de plata, y con su mano temblando y no a causa del frío, la introdujo en la cerradura. El chasquido del dispositivo y el rechinar, le informaron que esa puerta tenía tiempo sin abrirse. Una sonrisa triste sonrisa, donde la amargura también hacia acto de presencia se instalo en sus labios. No esperaba que el otro siguiera allí. Después de todos esos años. Era posible que hubiera rehecho su vida. Como al menos el estaba pretendiendo hacer.

Sus pasos eran lentos, inseguros, sus manos evitaban tocar cualquier objeto. Apenas si seguía el camino gracias a la pared. Con cuidado, atravesó aquella habitación hasta llegar al fondo. La puerta que daba al patio trasero, donde tantas tardes paso con el. Sus piernas se sintieron como si fuese a desfallecer en ese momento, pero, logro mantenerse de pie.  Fue en ese momento, que se percato que no estaba solo. Un golpe fuerte sobre su mejilla derecha que lo hizo caer sobre el suelo de madera con un ruido sordo. En el ambiente se percibía el olor de algo quemarse. Ahora que prestaba atención, no solo se escuchaba el golpeteo de las olas contra la playa de arena blanca. Estaba el ligero rumor del crepitar de un fuego encendido no muy lejos.

*-*-*-*

"A pesar que mi corazón esta roto, y que mis profundas heridas puedan odiarme…
He quemado las fotografías, he borrado los recuerdos,
Y todavía, al parecer, no puedo olvidarte.
Te amo…"


El muchacho arrojo todo el contenido de las cajas dentro de un bote de metal. Sin furia, lentamente. Le dolía respirar bajo ese techo. En ese terreno. Saco su encendedor, y tomo un trozo de papel. La pequeña llama, ilumino un poco. No había más luz que esta y el faro, que se alzaba cercano, guiando ¿Qué guiaba? Dejo caer aquella pequeña fuente de fuego dentro del bote. Este pronto encontró con que alimentarse. Y las llamas aumentaron su tamaño. Con lágrimas en los ojos, sentado en aquel banco que se sentía tan grande… Observo como las llamas se llevaban todo con rapidez. Tapo su rostro y el llanto se rizomas intenso. Hasta que las llamas, comenzaron a apaciguarse. Dejaría que se consumiera todo, que se apagara por si solo. 

Estaba a punto de quedarse dormido, con las manos y piernas congeladas, allí hecho un ovillo sobre aquel banco cuando escucho un ruido que lo hizo ponerse alerta. 

Lo que vio, lo hizo olvidarse del sueño. Su espalda se tenso y su mente se quedo en blanco.

Era él ¡Él! Y ¿Qué hacia ese hombre allí precisamente esa noche? Y el muy cínico todavía giraba en todas direcciones, lo miraba de frente ¿Y que hacía? Seguía con esa impasible expresión. Se veía como una estrella de revista con esas gafas oscuras.
¿Se estaba burlando de el?

La furia, el odio. Todo sentimiento se arremolino en su interior, y su cuerpo se movió por si solo. Su mano lastimada se cerró en un puño, mismo que descargo con una fuerza que no creía haber poseído sobre el rostro de aquel hombre. Fue tan intenso, que lo derribo. El pequeño animalito perdido dejo salir su bestial naturaleza. Se fue sobre el caído, soltando patadas sobre el torso ajeno. Se canso de ello y se dejo caer sobre el, tomándolo por el cuello del abrigo, y descargando su puño limpiamente sobre el rostro ajeno una y otra vez. Algunas de las lágrimas que aun salían sin control, caían en el rostro del otro hombre. Hasta que se canso.

El otro no le regreso la agresión. Ni hizo el menor movimiento por defenderse. Se separo, sentándose a un lado de cuerpo tembloroso de su “victima”. El hombre rubio con dificultad, logro colocarse de costado, más no se levanto. Con el dorso de la mano, limpio su boca. Había sangre. Y contrario a lo que espero, el hombre sonrió débilmente, pronunciando su nombre.

- ¿Teru? ¿Eres tú…? – Fue entonces, cuando se percato que aquel hombre también lloraba pero debía mostrarse insensible como una figura de porcelana. Como una verdadera piedra. Con el tono más despectivo que pudo, le hablo.

– Veo que al menos recuerdas como me llamo ¿Tanto tiempo ha pasado desde que nos vimos, que ya no recuerdas mi rostro? – una sonrisa llena de ironía, rencor. Pero también dolor desdibujaba aquellas finas facciones. 

El rubio inclino el rostro, aceptando el golpe. No iba con ganas de pelear. Ni siquiera sabía que lo iba a encontrar allí. Simplemente, termino por arrastrarse y queda junto al otro muchacho. Hizo un gesto de dolor, llevándose una mano al vientre. Seguro que estaba más que adolorido. 

–No sabia que eras tan fuerte, Teru… - comento, luego suspiro y su voz tomo un tono suave, tranquilo, como una disculpa. Como si estuviera apenado, tímido, no sabía definirlo– Por su puesto que no he olvidado tu nombre. Y tampoco tu rostro. Esta grabado en mis memorias. Es curioso ¿No? Como a pesar del tiempo y de lo que pasamos nos encontremos justo aquí, esta noche.

-Cállate, no quiero escucharte. De tu boca solo salen mentiras, cada silaba que dices, es el veneno mas poñoso que hay sobre la faz de la Tierra, solo eso. No vengas a mi ahora con ese tono digno de señorita miss universo buscando la paz mundial– el joven se puso de pie con rapidez pero la mano del otro, se aferro a su pantalón en un gesto desesperado. Sin hacer contacto visual, comenzó a dejar que las palabras salieran.

–Espera Teru, Creo que una disculpa, luego de todos estos años, no es lo que nos merecemos el uno del otro. Teru, yo fui un idiota, lo se y lo lamento tanto, pero el tiempo no puede regresarse. No puede pero mentiría, si te dijera que ya no eres nada para mí. Ayer, hoy y mañana, siempre estas. En todo lo que veo y hago siempre estas tu. Soy demasiado cobarde y se que te perdí hace años. Se que me odias, se que no creerás ninguna de las palabras que te digo, pero quise regresar, quise hacerlo, por que ya no resistía mas. Haria cualquier cosa por volver a tenerte a mi lado, hacerte feliz. Sí, eso me dije hace años pero, Teru, yo -un nuevo golpe, hizo al otro caer al suelo. 

-¡Cállate, ya te dije que no quiero escucharte! ¿Qué no entiendes Kamijo? Tu y yo no podremos estar juntos nunca mas, sigue tu vida como hasta ahora. Se ve que te va muy bien y déjame a mí, seguir con la mía. ¿Ves aquel bote? Hoy enterré por fin nuestro pasado. Déjame seguir ahora a mí también con mi vida…

No tenia que ser un genio para saber que el otro lloraba con más ganas. El mismo lo hacia.


"La torrencial lluvia me impide ver cualquier cosa frente a mí,
El furioso viento me impide siquiera dar un solo paso,
Como si estuviera de pie al borde de un acantilado, tiemblo de miedo.
Juntando mis dos pequeñas manos, mi única plegaria es esta…
Vuelve a mí…."


Se necesitaban. Tenia unas ganas enormes de abrazarlo, se arrepentía de haberlo golpeado, pero, también era consciente que hacerlo, seria dar un paso atrás. Seria volver a esa tumba que se había cavado los últimos años.

 – Teru no te vayas…- susurro, con la mirada en el suelo.

- ¡Al menos mírame cuando me hablas! – dijo tomándolo con fuerza, acercándolo a su rostro.

*-*-*-*

Varios años atrás.

¿Cómo llego a nacer el amor entre ellos? Fue un proceso lento, sin ninguna prisa… como si se esperase a seguir al pie de la letra algún tipo de receta que hiciera todo de manera simple y sincera. Como si ese amor se hubiese cocinado a fuego lento y quedase perfecto. Quizás por eso, dolía tanto ahora. Fue un cúmulo de casualidades, las que hicieron que sus caminos se cruzaran. Aun iban a la escuela media cuando, el menor, al volver a casa, fue emboscado por una de las pandillas de chicos del barrio cercano a su casa. Estaba acorralado y sabía que no podría el solo contra todos. Regresaría a casa nuevamente sin un solo peso, con la camisa salpicada de sangre, el cabello hecho un desastre, los pantalones rotos y el rostro casi irreconocible. La última tunda se la habían dado hacia tres semanas, y aun no le sanaba del todo el corte de la ceja izquierda. Y por si fuera poco, vivía solo con su padre, que era un hombre dado a la bebida. Solía golpearlo sin motivo muchas veces. No es lo que se llamase un chico feliz, pero aun así, era un jovencito realmente amigable, tímido, pero siempre atento.

Entonces, cuando esperaba recibir una lluvia de golpes e insultos por parte del cabecilla de aquella pandilla de cinco chicos, algo freno el puño enemigo. Teru no supo que pasaba, pues había cerrado los ojos pero los abrió al momento al escuchar el alboroto. Era un chico mas alto y claro que más grande que el. No lo había visto antes. Pero aquel joven, había hecho lo que nadie más antes. Defenderlo. Se mantuvo pegado a la pared petrificado por la sorpresa y el miedo, mientras el otro intentaba hacer frente a los otros chicos. Fue golpeado varias veces, eran superiores en número, entonces, Teru se despabilo, y comenzó a ayudarle. Jamás había golpeado a nadie, pero la furia retenida, le hizo propinar y recibir un buen par de golpes. Quien sabe cual seria el motivo, pero los vecinos salieron y la pandilla se disperso. El chico le dio la mano y el no tardo nada en dársela. Y lo jalo por varias calles, corriendo tan rápido, que apenas podía seguirle el paso. Hasta llegar a una calle cerrada, allí, camino entonces hasta la casa del fondo, saco una llave y le insto a pasar delante.

Se quedo inmóvil, mientras el otro se dejaba caer en una silla. Y le sonrió. El chico jamás olvidaría esa primera sonrisa, cuando el otro le decía su nombre “Kamijo Yuuji”. Le curo las heridas y le dio ropa limpia. Incluso, le dio de comer. Así pasaron la tarde, hasta que la madre del otro joven, llego a casa. Entonces, se ofreció a acompañarlo a su casa. Ese fue el primer día de muchos.

Aquel joven se acababa de mudar al barrio, junto con su madre, pues sus padres, tenían un par de semanas en proceso de divorcio. No tenía amigos y la verdad, era un chico bastante diferente a los que había por allí. Era apenas tres años mayor que el  y era realmente inteligente. Bien parecido. Todas las tardes, pasaba a recogerlo a la escuela. Y no solían ir a casa temprano, mas que los días que hacia frío, entonces, se refugiaban en la casa del mayor. La madre de este solía trabajar hasta tarde y eran realmente pocas las ocasiones que llegaba antes de que se ocultara el sol. Buscaban cualquier excusa para poder verse.

Y lo que comenzó como una sincera amistad fue tornándose en algo mas profundo, más intenso. Ninguno de los dos se atrevía a dar un paso delante por el miedo a romper aquello tan especial que tenían. Hasta que ya no pudieron más, no podían quedarse callados. No cuando sus corazones gritaban el nombre del otro hasta desgarrarse. Fue el mayor, quien tímidamente, tomo su mano en medio de la oscuridad de un parque, y girándose en su dirección tomo su mejilla con la otra, acariciando suavemente su mejilla con el pulgar susurrándole.

-Teru.... Yo… Te….- no termino siquiera de hablar, por que sus labios ya se habían acercado los contrarios, demasiado cerca pero sin atreverse a tocarlos. Fue el menor quien paso su mano por la nuca ajena y lo acerco. Ese primer beso, azorado, torpe pero sincero. Ese pequeño contacto que inicio una nueva etapa en sus vidas. 

Una que trajo años de felicidad a pesar de los obstáculos que tuvieron que sortear, pues a veces tenían que ocultarse de los demás. También vino uno de los capítulos más amargos con la muerte de la madre del mayor. Este quedo realmente devastado cuando su madre fue victima de un asalto cuando iba al banco. Teru no se despego de su lado ni un solo momento. Además, por esas fechas, el padre del menor se entero de la verdadera naturaleza de la relación de los jóvenes y lo corrió de la casa, negándolo como hijo. Fueron meses que derivaron en la compra de una pequeña casa, lejos, a las afueras del suburbio. Pasando una pequeña villa cerca al mar. Había un enorme faro. Todo se veía tan verde en la primavera, en invierno, hacia frío sí, pero abrazados el uno al otro, no lo sentían. Era una relación realmente pura e intensa. Cada día, se levantaban con un te amo. Y al cerrar los ojos, antes de caer en brazos del dios del sueño esas mismas palabras eran dichas en un susurro. No se imaginaban una vida separados. Se amaban como nunca a nadie más. Teru era el primer amor de Kamijo, y este lo era de Teru. 

Pero entonces llego aquel periodo gris. El mayor estaba ocupado con los exámenes últimos para su ingreso a la universidad. Su estrés estaba a flor de piel, y Teru, sin esas preocupaciones aun, no lograba entenderlo. Comenzaron las discusiones. Los gritos y los portazos. Las plantadas a la hora de comer. Aunque vivieran en el mismo techo, había ocasiones que no se dirigían la palabra por días. Era un amor sincero pero ambos eran muy jóvenes. Demasiado inexpertos aún en la vida. Era cuestión de tiempo para que cualquiera de los dos, buscara una salida fácil. Un escape de aquellas grietas que se comenzaban a marcar. Kamijo comenzó a pasar noches fuera. Teru se sentía solo y los celos se lo comían. Lo que no sabia, es que el otro, se sentía un poco incomprendido por su parte. Fue entonces, cuando ambos cayeron ante los pecados.

Uno se paso de copas en una juerga con los amigos. Solo supo que amaneció en la cama de una de sus compañeras de curso, con ella, su mejor amiga y un chico que jamás había visto. Teru le había abierto la puerta de la casa a un viajero de paso. Un atractivo extranjero que le dio calor esa noche. La culpa entonces, se instalo en el pecho de ambos. No se miraban. Apenas se sonreían. Ambos sabían que algo estaba mal. Y así como fácil cayeron en las garras del primer pecado, siguieron haciéndolo hasta que las mentiras ya no pudieron ocultarse. Fueron destruyéndose desde dentro. Sabían perfectamente que hacia el otro. Solo faltaba un punto, algo que detonara todo aquello que no se atrevían a soltar. El mayor llego, pasada la medianoche, apenas sosteniéndose de pie. Y Teru estaba en la cama. Por suerte, esa noche su amante no se apareció. Esa fue la noche en que todo estallo en miles de pequeños pedazos. No quieren recordarlo. Pero ahí estaba. Como reproches de uno y de otro. Gritos, golpes, objetos estrellándose por todos lados. Lagrimas cayendo por las mejillas de ambos. Y cometiendo la estupidez más grande de su vida, el mayor soltó un par de palabras que sonaron verdaderas; más en el fondo de su corazón sabía que eran una gran mentira. El porque lo dijo es algo que no logra precisar.

- No te amo más… -


Solo silencio acompaño esa parte. Teru sintiendo que el mundo se desvanecía a su alrededor. El camino que creía seguro, se borro. Estaba dispuesto a perdonar y olvidar todo lo que había pasado. Estaba dispuesto a tener un nuevo comienzo, como si nada hubiese pasado. Pero la confianza se había quebrado. Eso y esas palabras que fueron un puñal certero. Cayó de rodillas en la sala de estar como si estuviese herido de muerte. El mayor entonces, fue hasta la habitación, tomo algunas cosas y salio. Fue la ultima que vez lo vio, hasta esa noche.


"Que me amas, es mentira,
Que me extrañas, es mentira,
Que regresaras una vez más, es mentira,
Todo lo que dices son mentiras.
Que me protegerás, es mentira,
Que no puedes vivir sin mí, es una mentira,
Si te ibas a ir de esta manera, dejándome así,
¿Por qué me hiciste tantas promesas? "


Cínicamente, regreso la noche siguiente, con un enorme ramo de rosas y su deslumbrante sonrisa de príncipe. Más guapo que nunca. ¿Venia a pedir perdón? ¿En serio….? Apenas le abrió la puerta, las rosas fueron extendidas en su dirección. El otro hombre entro y pronto llevo sus manos a la cintura ajena, sus labios atacaron su cuello. Una mano bajo por su trasero y entonces, lo aparto. Aquel solo regresaba, con aquel ramo y pretendía tener sexo con el? ¿En serio creía que de manera tan simple aquellas palabras dichas el día anterior se iban a olvidar? El menor tenía orgullo. Aparto con fuerza al otro, y le arrojo con fuerza las rosas. 

- No soy tu puta, si solo has venido aquí, para hacer como si nada hubiese pasado, vete, solo vete y no quiero volver a verte jamás ¿No decías que no me amas? Pues vete. ¡ Lárgate y jamás pongas un pie de nuevo aquí! -

El otro se quedo allí, boquiabierto sin saber que decir, con los restos de las rosas en las manos. Los pétalos esparcidos por el suelo, semejaban, sí. Como pequeñas lagrimas de sangre. Lagrimas que lloraba el corazón de ambos. La puerta se cerró con un portazo, dejando al otro fuera. El mayor se paso gran parte de la noche, tocando. Gritando su nombre. Pero Teru no cedió. Y termino por quedarse dormido, hecho un ovillo. Cuando el sol se alzo y su luz lleno la casa, se dio cuenta que todo se sentía calmo. Se atrevió a abrir la puerta. Pero solo estaban los restos del ramo. El ya no estaba. Esa fue la última vez que lo vio, hasta esa noche.

*-*-*-*

“-Al menos mírame cuando me hablas! –“

Fue entonces, cuando se percato que algo no estaba del todo bien. Quito las gafas que cubrían el rostro ajeno. Tenia los ojos cerrados entonces, su corazón se agito. Y se sintió apresado. Se sintió, no pudo decir más. Lo soltó. Al mismo tiempo que lagrimas silenciosa, salían. 

El mayor sonrió de manera cansada. 

– Fue hace cuatro años. Aquella noche, espere hasta la madrugada, sabia que no perdonarías y me fui del país. No querías volver a verme, sabia que solo podrías odiarme. Sabia que te había fallado y como el cobarde que soy, huí. Mi destino fue Europa. Siempre tuve fascinación por sus calles desoladas. Sus calles de una fría elegancia, lo sabes. Intente comenzar de nuevo. Hubo gente que sin saber nada de mi pasado, se ofreció a darme la mano. Y yo puse todo de mí para sacarte de mi vida, pero, eso era engañarme, Teru. Mi vida, nunca la vi lejos de ti. Era levantarse cada día, deseando escuchar tu voz, y ver tu rostro sonriente, con una bandeja con el desayuno que terminaríamos compartiendo juguetonamente. En cada noche, deseaba besar tu frente y perderme en los sueños contigo. Porque  mis sueños se quebraron como una copa de cristal, cuando… Y ahora, solo hay pesadillas y sueños de dolor interminables. Ya ni siquiera puedo mirar las puestas del sol...

Fue hace cuatro años. Ella llego a mi vida. Ella cree que la amo. No es así. Esta conmigo por que siente que tiene que estarlo. Se siente culpable sin serlo. Fue un accidente de auto,una noche, la autopista estaba cubierta de nieve en unas partes. Y en otras demasiado resbaladizo. Yo planeaba regresar a buscarte. Esa noche, de camino a una fiesta con la familia de mi mejor amigo, hermano de ella, planeaba decirles que me iría, que lo sentía pero que no podía seguir pretendiendo estar bien. Que no podía fingir más esa relación en la que solo uno de los dos, estaba enamorado. No podía seguir engañándola. Iba solo, pues ella ya estaba allá. Yo había tenido que regresar, ya que había olvidado el postre que me habían encargado. Necesitaba volver y arrastrarme de ser necesario, por tu perdón. Buscarte y volverte a enamorar. A ganarme tu confianza, pero, perdí el control del auto. No se que sucedió. El golpe que recibí fue tan fuerte que salí disparado. Ignoro como se veía la escena, tardaron en encontrarme. Inmediatamente fui llevado al hospital. Tenía un par de costillas rotas, lo mismo que el brazo izquierdo. E innumerables contusiones y cortes. Además, había estado a la intemperie bastante tiempo. Estaba en un grado de consideración de hipotermia. Desee haber muerto allí mismo. 

Para cuando logre estar más estable, es decir,  menos sedado me dieron la noticia. Los golpes de mi cuerpo sanarían, si, lentamente pero una lesión, no lo haría. Por el impacto recibido, tuve desprendimiento de retina. Y al no tratarlo a tiempos, los daños fueron irreversibles, Teru. 


Hizo una pausa. El menor asimilo cada palabra, sin saber que hacer ahora. Sin saber que decir. Su mente estaba en blanco y su corazón estaba lleno de miles de sensaciones y emociones que lo superaban. ¿En serio había querido regresar? ¿En serio se había ido tan lejos? Lo había pasado mal y el que creía que el otro tenía una vida lujosa y estable, perfecta.

-No quise regresar. No quise hacerlo porque no quería ser una carga para ti. Trate de suicidarme un par de veces, sin éxito. Ella estuvo conmigo y yo era un despojo total. No pude hacer nada. Me quede a su lado. Ella se sentía culpable, te repito. Nos casamos hace dos años. Pero Teru, yo estoy muerto en vida desde que me fui de tu lado. Y ahora, Teru, estas delante de mi, y no puedo mirarte, no puedo ver tus sonrisas de niño tierno. Ni el brillo de tu mirada -sus manos se convirtieron en puños. Fue entonces cuando el menor reparo en el bastón que yacía un poco alejado. No lo había visto. 

Sin previo aviso, se lanzo sobre el mayor, abrazándolo con fuerza, estrechándolo como si quisiera fundirse con el. Los brazos del otro, no tardaron en hacer lo mismo. Se quedaron abrazados sin decir nada por un buen rato. Pero fue el menor, quien rompió el silencio. 

–Kamijo, la culpa de lo que paso hace años no fue solo tuya. Fue egoísta de mi parte, hacerte enteramente responsable, nos comportamos como un par de niños y dejamos de lado lo verdaderamente importante, desearía volver el tiempo atrás y borrar todo esto. Desearía que pudieses volver a ver.


"El castigo por equivocarme es severo… 
Las últimas palabras que dejaste atrás,
No puedo detenerlas, siguen haciendo que mi corazón duela
Sólo un error, sólo un arrepentimiento…
Incluso ahora, te sigo amando egoístamente…

Si ahora pudiera subir a una máquina del tiempo,
Y pudiera volver a conocerte…
No desearía nada más… "



Para Teru, no hubiese significado una carga. Deseaba haber estado al lado del rubio mientras se recuperaba de sus heridas. Velar su sueño, cambiarle los vendajes, incluso, si pudiera daría todo de si para que el otro… 

Beso sus mejillas desesperadamente, sin aquellas gafas, su rostro se veía mucho mas afilado. Con la tenue luz, la piel del contrario se veía tan pálida. Comenzaba a calar frío. Así que con cuidado, le ayudo a levantarse y le guió dentro de la casa. Sin soltarlo. Sin dejar de abrazarlo. El mayor se sentía reconfortado pero ya tenia muy claras las cosas. Se lo acaba de decir. No quería ser una carga para el otro. Y no lo seria. Pero antes ¿Estaba mal desear una noche con el? Una noche en compañía del joven que le dio los momentos más felices de su vida.

- ¿Pu… puedo…? – pregunto tímidamente, alzando sus manos, en busca del rostro ajeno. Quizás no pudiese verlo, pero sentirlo si que podía. El era capaz de reconocer ese rostro con el tacto.

Fue el mismo Teru quien guió las manos del otro hasta sus mejillas. Sus manos seguían siendo suaves. Sus dedos, con ligera torpeza, ansiedad, recorrían lentamente aquellas finas facciones. Jugando con un mechón de cabello que se cruzo. Y una sonrisa, apareció en los labios del mayor. Teru no lo resistió, y dejo que sus manos también tocaran el rostro ajeno, sus labios, Kamijo tomo las mejillas del chico con firmeza y lo acerco. Un beso, que no significaba un nuevo comienzo. Ese era un beso de despedida. Un beso, que ambos anhelaron por años. El beso que les devolviera el calor al cuerpo. Pero también sabían que era el punto final. No podían estar juntos. Había mucho dolor. Los fragmentos de su amor, siempre los cargarían en el alma.

Solo era el preludio de la última pieza de la noche. La pieza de una dulce despedida.


"Tu triste voz me platica de la separación
Vive felizmente con ella y no te preocupes por mí,
Te amo, te amo… un mundo sin ti es tan cruel para mi,
Sé que esta es la última vez, sé que este es el final,
Sé que esta despedida no puede deshacerse jamás…
Adiós… "


Aquellas paredes que tantas memorias guardaban, parecían exhalar suspiros, mientras la espalda del mayor se iba apoyando lentamente en el suelo cubierto por una pequeña capa de polvo. Teru, con maestría, reconociendo lo que era suyo, sin poder contener todos esos sentimientos y deseos, apoyo su peso sobre el cuerpo contrario buscando meter una mano bajo la camisa del más alto. Este no se quedaba atrás, y dejaba que sus manos recorrieran la espalda ajena, recordando, grabando. Sus labios no dejaban de juntarse, devorándose en cada contacto.

La ropa fue estorbando, y el frío de la noche, apenas era sentido en aquella habitación, que aprecia subir de temperatura al mismo tiempo que el calor en aquellos dos cuerpos entrelazados. En cada caricia, había mil palabras que no se podían pronunciar, por timidez, idiotez o simplemente, por que su nivel de conexión era tal, que no precisaban soltar oraciones al aire, puesto sus corazones siempre estarían en sincronía; aunque no siguieran por el mismo sendero.

La noche fue avanzando, aunque ellos quisieran detener el reloj y quedarse por siempre allí, escuchando la respiración acompasada de su compañero, entrelazando sus manos y buscando los labios contrarios como quien busca la salvación de su alma; pero las horas corrían, al parecer, incluso más veloces.

Al llegar la mañana, y asomar el sol detrás de las montañas, Teru supo que el tiempo se agotaba. Miro detenidamente el rostro ajeno. Y acaricio su mejilla con ternura. Despertó al rubio, quien sonrió y busco su mano, la cual apretó con firmeza. Le pidió le ayudara a vestirse. Lo demoraron lo más posible. Por que Kamijo sabia que Teru no podría estar a su lado como amigo. Y aun así, tenia la esperanza de que en algún punto del futuro, aquel chico regresara a su vida. Un sueño. La ilusión de un niño.

Esta vez no hubo lágrimas. Hubo una sonrisa tristes que intentaba dar lo mejor de si para reconfortar al otro.

– Teru, quiero que sepas que mi corazón jamás te olvidara. Perdóname, te ame y siempre lo haré, pero ahora, no soy solo yo o tu. Y lo sabemos muy bien. Lo entiendes ¿Verdad? 

- Si lo se Kamijo, lo se. Yo te amo también, y sé que estarás bien. Hay gente que te ama, te cuida.

- Prométeme, que pensaras en ti y buscaras ser feliz.

- La felicidad solo la he conocido contigo. Lo mismo que el dolor.

- Algún día Teru, se que podremos volver a estar juntos. Y si no es en esta vida, te prometo, que en la siguiente, te buscaré. Hasta el fin del mundo. Y no te dejare ir. Así que, Teru, esta no es una despedida.

-Es un hasta pronto-



"Guarda tus lágrimas,
Por favor, ahora sonríe,
Aunque el amor te haga llorar.

Si en verdad amaste
Si en verdad no te arrepientes,
Entonces, eso es suficiente.

Por favor, no llores, no estés triste;
El amor es siempre el mismo,
Entre más entregas tu corazón, mayor será el dolor…

Solo es amor si lastima. "


~

Gracias por haber llegado hasta aquí.

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